Una historia de violencia doméstica que de algún modo u otro, le pasa la factura a la víctima
Carmen Adriano, no deja de sonreír, aún cuando las lágrimas brotan de sus ojos al pensar en que dejó a su hijos en su natal Chihuahua. Del mismo modo recuerda a sus padres, quienes no hace mucho fallecieron, pero siempre con el apoyo de la hija que en ausencia, nunca les abandonó